Cómo hablar de educación sexual con nuestros niños

09 Octubre 2020

La sexualidad y su abordaje, es un tema que suele generar dudas (y a veces pudor y hasta vergüenza) en los padres, pero una buena educación sexual es fundamental para el desarrollo de nuestros hijos, desde el principio.

Carolina Lépez >
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Los seres humanos somos seres sexuados desde que nacemos, no es algo que detone a una edad determinada. Cualquier padre con hijos pequeños podrá observar que hacen preguntas, que se tocan, que tienen curiosidad al respecto.De ahí la importancia de hablar con ellos del tema, de estar ahí y acompañarles en su desarrollo desde el principio.

En la edad preescolar los niños y las niñas aprenden mucho sobre su cuerpo: las partes, sus nombres, qué sensaciones les transmiten, no hay diferencias de género: todos hacen y todos quieren explorar.

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Entre los 18 meses y 3 años toman conciencia de su cuerpo, de las diferencias anatómicas entre niños y niñas, y pueden empezar a tocarse los genitales con curiosidad y disfrute. No debemos preocuparnos, es normal, no es indicativo de nada malo. Las connotaciones sensuales de la sexualidad es algo de adultos, ellos no las tienen. Conviene enseñarles el nombre de todas las partes de su cuerpo, no quedarnos sólo en cabeza, manos, pies. Tienen genitales, y los genitales tienen nombre. Si se tocan debemos respetarles, no censurarles ni transmitirles la idea de que se trata de algo vergonzante: están descubriendo su cuerpo, es parte de su desarrollo.

Entre los 3 y los 5 años su curiosidad va en aumento y aparte de tocarse ellos mismos pueden mostrar interés en los genitales de otros niños (y en tocarlos), también en saber cómo se hacen los bebés, etcétera. Si se tocan en espacios públicos o se desnudan, por ejemplo, que es algo que a los padres les puede provocar mucha vergüenza, podemos indicarles que hacer eso es correcto, pero que es mejor en casa y no en público. De esta manera no estamos censurando su conducta ni diciendo que sea negativa, sólo le indicamos que en espacios públicos no es conveniente.

Los niños se tocan entre ellos, y también es normal, insisto en que los componentes de sensualidad, deseo, excitación, provocación, etcétera, pertenecen al mundo adulto, no al de los niños: para ellos no es más que un juego. Es importante tener esto en cuenta a la hora de valorar ciertas conductas que veamos en nuestros hijos: no las miremos desde el punto de vista de la sexualidad adulta, recuerda que son niños en pleno desarrollo.

Hablamos de Educación Afectivo-Sexual: Los afectos, las emociones y el desarrollo sexual van de la mano, son aspectos inseparables en estas edades tempranas. De hecho su aprendizaje al respecto se inicia desde el minuto uno, cuando de bebés los abrazamos, les besamos y les expresamos afecto. Los actuamos de modelo y guía en el aprendizaje de los pequeños: nuestra conducta y nuestras verbalizaciones, tanto las dirigidas hacia ellos como las que expresamos con otros adultos en su presencia, es información que ellos reciben y procesan como aprendizaje.

Según el modelo que haya en cada familia, los niños construirán su idea de qué es aceptable y qué no, qué es positivo o negativo, qué es y cómo se expresa el afecto y cómo nos relacionamos los seres humanos, tanto a nivel físico como emocional.

Educamos todos los días, no con una conversación puntual. La educación sexual se debe dar de manera natural en el día a día, con cotidianidad. No es necesario buscar un momento especial, ni preparar un evento de esto: aprovechemos las oportunidades que nuestros propios hijos nos ofrecen para hablar de ello cuando preguntan, cuando al ducharse se tocan, cuando ven a una pareja besándose.

Hablar de sexo con nuestros hijos, aunque nos parezcan muy pequeños, no es negativo, nunca lo es. Los estudios demuestran que una normalización de la sexualidad, y una buena información al respecto, favorece una mejor autoestima en el niño y una actitud positiva hacia su sexualidad, lo que implica seguridad, sentirse bien consigo mismo, disfrutar de sus emociones y sensaciones.

6 Buenas razones para educar en sexualidad desde la infancia

1. La educación sexual es un derecho. Esto es lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la educación sexual de los niños: la educación afectivo-sexual es un derecho de niños, niñas y adolescentes junto a otros derechos sexuales, como libertad sexual, privacidad, equidad, convivencia en igualdad y sin discriminaciones. Todo niño tiene derecho a respuestas sinceras y a la educación. Todo niño tiene derecho a una educación sexual de calidad.

2. La educación sexual no acelera los procesos naturales. Algunos padres creen que hablar de sexo con sus hijos a edades tempranas conlleva riesgos. Entre ellos, el de despertar ciertos intereses de forma prematura, cosa que podría fomentar conductas de riesgo. La realidad es que no existe base razonable para albergar esta clase de temores. Una educación realista y adaptada a la edad del niño le ayudará a ir paso a paso con naturalidad.

3. La educación sexual no rompe la infancia. Otra creencia arraigada es que, hablando de sexo podemos robar la infancia a los niños, incluso sexualizarles antes de tiempo. Existen muchas otras conductas, normalizadas y socialmente aceptadas, que sexualizan, introducen sesgos de género y crean complejos a pequeños y jóvenes. Educar en sexualidad no es más que responder a la curiosidad propia de esas edades. Es tener en cuenta sus emociones, porque desde muy corta edad sienten afectos y se fijan en sus compañeros. Por eso, lo que sí rompe la infancia es prohibir preguntas. Lo que caracteriza a los niños es el afán por saber. Y esto incluye descubrir todo lo que tiene que ver con la sexualidad, con cómo nacemos, cómo se forman los niños, cómo nos amamos los seres humanos, el placer, cómo se forma nuestra identidad, cómo cambia nuestro cuerpo.

4. La educación sexual es una eficaz medida de protección. Dotar a los niños de mecanismos de defensa y autoprotección es sencillamente fundamental. No sólo para que sepan cómo evitar abusos, sino también como herramientas para construir relaciones íntimas basadas en el respeto. La única forma de lograrlo es a través de la educación en sexualidad desde la infancia, acompañándoles mientras maduran, descubren, forman y desarrollan sus intereses.

5. La educación sexual fortalece vínculos de confianza entre padres e hijos. La mejor manera de distanciarte de un niño es rehuyendo preguntas, reaccionando negativamente ante sus inquietudes. Hablar de sexo es una forma más de comunicación. Como ocurre con cualquier otro tema, conversando con certeza estaremos alimentando un vínculo de confianza.

6. La importancia de no llegar demasiado tarde. Por desgracia, la educación sexual no es algo que podamos confiar a colegios e instituciones educacionales. Y no sólo porque los niños necesiten las palabras de sus padres, al margen de lo que hagan los profesores. En estos centros educativos no se suele abordar la materia antes de los 12 o 13 años, si es que llega a hacerse. A esa edad es frecuente que los prejuicios ya estén arraigados. Han hablado de sexo con amigos mayores, han tenido contacto con la pornografía, suelen creer que ya lo saben todo y son menos momentos a la reflexión. Además, en los colegios suelen limitarse las charlas a métodos anticonceptivos. El tema es indudablemente relevante.

Iniciar la educación en sexualidad desde pequeños, nos permite adelantarnos a la creación de ideas erróneas. Debemos hacerlo con tiempo para ayudarles a abrir su mente, a ser respetuosos con los demás y con su propio cuerpo.

La educación afectivo-sexual es fundamental: con ella nuestros hijos aprenden a conocer su cuerpo y sus emociones, a aceptarse y a vivir y expresar su sexualidad de manera que les haga felices. Así que hablar con ellos cuando pregunten. Eso sí, siempre con naturalidad, cariño y respeto.